Unos
diez mil jóvenes de toda España (quince mil según la organización)
han solicitado ser admitidos en las oposiciones para sumo pontífice,
una vez que se ha hecho efectiva la dimisión del anterior. La
mayoría tiene entre veintidós y cuarenta años y han llegado de
todas partes de España para hacer cola ante el episcopado; como
Simón, por ejemplo, que ha hecho un largo viaje desde La Rioja: “La
verdad que somos una multitud, pero nos llevamos muy bien entre
nosotros, excepto con un grupito de chicos de 33 años, que dicen ser
reencarnaciones de Jesucristo, y por ello herederos al Vaticano. Nos
preguntamos a veces cosas del temario, hacemos chistes... lo único
rollo es que apenas hay chicas”.
Efectivamente,
al parecer, el hecho de que, oficialmente, ninguna mujer haya accedido nunca al
cargo como tal ha persuadido a la mayoría de aspirantes femeninas,
aunque hay quien pretende emular a la papisa Juana, como Deborah,
natural de Parla: “Bueno, ¿aquí hay igualdad o qué cojones? Yo
me presento con un par... de ovarios, y si el nuncio ese no me quiere
aceptar le diré, 'Oye, nuncio, ya me estás explicando porqué no te
gusta la menda para el puesto, y rapidito...”. Sexo aparte, los
requisitos que se piden para el puesto son bastante generales:
facilidad para los idiomas, especialmente el latín, haber ido a misa
regularmente, y no haber estado en contacto con niños en los últimos
veinte años, excepto familiares próximos en fiestas de guardar.
Respecto
a los motivos por los que han decidido inscribirse hay ejemplos para
todo, algunos lo hacen por devoción, también hay aspirantes a la
oposición de cardenal que han decidido probar suerte, visto que el
temario es similar. La mayoría viene atraída por las condiciones
laborales, como Esteban, alicantino de 26 años: “Cargo de por
vida, coche oficial, viajes, y por si fuera poco te dan un país como
vivienda. El uniforme es feo de cojones, y el sueldo es así así,
pero tampoco tienes gastos...”. Aunque obtener estos beneficios
cuesta, las pruebas son muy duras y sólo hay una vacante; además lo
súbito de la decisión ha hecho que las academias que suelen
preparar estos exámenes hayan tenido que improvisar cursos
rápidamente. Nos lo dice Yolanda, directora de cursos del “CEE”
(Centro de Estudios Eclesiásticos): “Cuando Juan Pablo I lo
tuvimos más fácil para montar cursos, pero la competencia fue
feroz, había aspirantes que llevaban años preparándose. Este año
no podemos profundizar tanto, hacemos hincapié en lo principal, por
ejemplo en el latín, y en que practiquen esa cadencia de
pronunciación característica de todos los Papas.”
Y
por lo visto unos cuantos aspirantes siguen esas máximas; mientras
esperan pacientemente a rellenar su solicitud pasean recitando “totus
tuus..”, practicando el gesto de la bendición y la sonrisa
beatífica, incluso me he encontrado con un par de estudiantes
debatiendo el misterio de la trinidad. Uno de ellos podría ser Santo
padre, aunque quizá ni eso, porque a su vez otros tantos jóvenes y
no tan jóvenes de otros países del mundo también se preparan el
examen.
En Galicia también colas para opositar |
Desde
la puerta del arzobispado, Fran Xapa para La Retaguardia (que le digo
que no, señor, que no me interesa el puesto de Abad de
Montserrat...)
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