Es como el timo de la estampita, pero, en este caso, el gancho no es el dinero, sino los pechos de una joven. Por eso, en algunos círculos policiales se habla ya del "timo de la tetita", para referirse a una serie de hurtos atribuidos a una banda de jóvenes rumanas que eligen entre sus víctimas a ancianos del centro de Oviedo. Les dicen que pueden manosearlas por sólo tres euros, se los llevan a un portal, y ahí aprovechan para robarles la cartera.
Según ha podido saber este periódico por fuentes policiales, las jóvenes (entre cuatro y seis chicas) están actuando desde hace unos meses en las calles comerciales del centro, sobremanera en la calles Caveda y Nueve de Mayo y en la plaza Longoria Carbajal. En estas calles se mueven sus víctimas, la mayoría vecinos de la zona que han salido a dar un paseo, a hacer un recado o a sentarse en un banco de la plaza. El modo de proceder es siempre el mismo. Se acercan a ellos, se rozan, se insinúan, enseñan un poco de carne y les ofrecen a los ancianos que les toquen los pechos por un módico precio: tres euros es lo que pide la mayoría. Para evitar miradas indiscretas, las chicas conducen a sus víctimas a un portal de la zona. Es allí donde aprovechan para robar la cartera al anciano mientras está concentrado en otros asuntos.
Aunque se conoce que existe una banda de chicas que se dedica a esta práctica, las mismas fuentes policiales consultadas indican que el problema mayor con el que se encuentran los investigadores es que no hay denuncia. Las víctimas, bien por vergüenza o para evitar tener problemas familiares, casi siempre optan por no presentar denuncia. De este modo, las actuaciones policiales se están centrando en vigilar las calles y alertar a los viandantes de la presencia de estas jóvenes.
Hace unos días, por ejemplo, un policía de paisano detectó cómo una de estas jóvenes sospechosas perseguía a un hombre mayor hasta que consiguió reclamar su atención. Llevaban un rato hablando y el agente se acercó para advertir al hombre de las dudosas intenciones de la joven. La reacción del señor fue marcharse a toda prisa, quizá por temor a que el agente le pidiera cuentas también a él.
No obstante, el pasado mes de noviembre, la Policía Nacional arrestó a una de las mujeres que realizan esta práctica delictiva, si bien en este caso es una joven española y no formaba parte de la banda, sino que actuaba por su cuenta en la misma zona. Aunque se tiene constancia de que se dedicaba a robar a ancianos a los que permitía que la tocasen, la detención se produjo después de que una mujer de 83 años denunciase que la habían asaltado en el ascensor de su edificio en la calle Nueve de Mayo.